Descripción
Sesión 1 (online) – 16 de Julio de 2022 – Audio 1 en IVOOX https://go.ivoox.com/rf/89877559
¿Qué estás mirando? – 150 años de arte moderno
Will Gompertz
Taurus, Febrero 2013
Debate Club de lecturas 1/6: Sábado 16 Julio 2022 – 19hrs España
Debate Club de lecturas 2/6: Sábado 30 Julio 2022 – 19hrs España
Debate Club de lecturas 3/6: Sábado 6 Agosto 2022 – 19hrs España
Debate Club de lecturas 4/6: Sábado 13 Agosto 2022 – 19hrs España
Debate Club de lecturas 5/6: Sábado 20 Agosto 2022 – 19hrs España
Debate Club de lecturas 6/6: Sábado 10 Septiembre 2022 – 19hrs España
Los links de conexión a las sesiones de debate zoom se envían por email a todos los mecenas antes de cada sesión.
Pincha en la imagen y accede al PDF con todas las obras referidas en el libro.
Guía de Lectura preparada por:
Alfredo Geoffroy – Laja, Chile (caps. 1 a 11 y 15 a 17)
Jorge Ponce Dawson – Galapagar, España (caps. 12 a 14 y 18 a 20)
Ubicación de esta guía en la web de Club de Lecturas:
https://www.clubdelecturas.com/producto/que-estas-mirando-150-anos-de-arte-moderno-will-gompertz/
Will Gompertz – Kent, Reino Unido, 1965
Will Gompertz es director de Arte de la BBC y dirigió la Tate Gallery durante siete años. Está considerado uno de los más destacados periodistas de arte moderno del mundo. Ha escrito para The Times y The Guardian durante más de 20 años y entrevistado a los principales artistas contemporáneos, incluyendo Damien Hirst, Ai Weiwei, Yoko Ono o David Hockney. En 2009, escribió e interpretó un monólogo sobre arte moderno en el Festival de Edimburgo. Ha sido nombrado uno de los 50 pensadores creativos más importantes a nivel mundial por la revista Creativity de Nueva York.
«He estado en las casas de muchos artistas y he examinado las colecciones privadas de los ricos, he visitado talleres de conservación y he sido espectador de subastas millonarias de arte contemporáneo. Empecé sin tener ni idea y ahora sé algo. Me queda mucho por aprender…»
«El problema al que se enfrenta todo público tiene que ver con la comprensión. No importa que se sea un marchante de arte bien establecido, un académico de renombre o un comisario de museo: todos ellos se pueden sentir algo desorientados si se enfrentan a una pintura o una escultura recién salida del estudio de un artista. Incluso sir Nicholas Serota, el internacionalmente respetado jefe del imperio de la Tate Gallery de Gran Bretaña, se encuentra de vez en cuando en ese estado de confusión. Una vez me dijo que se sentía un tanto amedrentado cada vez que entraba en el estudio de un artista y veía por primera vez una obra nueva. «A veces no sé qué decir. Intimida», me decía. Se trata de una declaración bastante sincera realizada por un hombre que es una autoridad mundial en arte moderno y contemporáneo. ¿Qué margen nos deja eso a los demás?»
BIBLIOGRAFÍA
- ¿Qué estás mirando? 150 años de arte moderno en un abrir y cerrar de ojos (2013)
- Piensa como un artista (2015)
¿QUÉ ESTÁS MIRANDO? – 150 AÑOS DE ARTE MODERNO
INTRODUCCIÓN
¿Qué estás mirando?
¿Cómo llega el arte moderno a convertirse en algo respetado y reverenciado en el mundo entero? Will Gompertz nos brinda algunos indicios que nos ayudarán a comprender la evolución del arte moderno, que se extiende desde 1860 hasta 1970 y el desarrollo del arte contemporáneo hasta nuestros días.
- Dinero: Apertura del mercado, grandes sumas de fondos públicos, renovación y apertura de museos.
- Surgimiento de una clase de megarricos internacional con inversión en arte.
- Mayor demanda, gran cotización de artistas celebres muertos.
- Se complementa la oferta con artistas contemporáneos vivos.
- Los artistas manejan los medios de difusión y crean su marca.
- Existe un público atento a la moda, deseante y moderno.
- Problema de comprensión de la obra. Público desorientado que busca entender.
- La ignorancia sobre la obra no implica que no sean obras excepcionales, muchas veces se trata de una apuesta.
- Apreciar y disfrutar el arte es entender su evolución. Conocer las reglas básicas es requisito para orientarse.
- Cada movimiento está intrincadamente ligado a los demás y tienen su propio modo de ser abordado, con su estilo y método e influencias: artísticas, políticas, sociales y tecnológicas.
1
LA FUENTE
1917
Marcel Duchamp expone una obra con el nombre Fuente, un urinario de porcelana con el seudónimo de R. Mutt, cambiando para siempre el concepto de arte y redefiniendo la forma de comprenderlo.

“Fuente” (1917) – Marcel Duchamp (1887-1968)
Duchamp, junto a Walter Arensberg, mecenas y coleccionista de arte y Joseph Stella, artista, compra el objeto en un almacén especializado en fontanería, pensando en causar un gran revuelo. En su estudio, lo hace descansar sobre una superficie plana y de modo que parezca que está al revés. Luego lo firma y fecha con pintura negra en el lado izquierdo del cerco exterior “R. Mutt 1917”. La obra está terminada y bautizada con el título de Fuente. Lo que antes fue un urinario común ahora se ha convertido en una obra de arte.
Duchamp creyó haber descubierto una nueva forma de escultura: un objeto producido en masa liberado de su función original que gracias a un título y cambiando el contexto y el ángulo en el que habitualmente lo encontramos, se convertía en una obra de arte de facto. Denominó esta forma de hacer arte como readymade: una escultura que ya estaba hecha de antemano.
De la mano de ésta quería cuestionar la idea misma de obra de arte y cómo era entendida por académicos y críticos, autoproclamados árbitros del buen gusto. Duchamp pensaba que eran los artistas los que tenían que decir qué era y qué no era una obra de arte. Si lograba influir en el contexto y el significado del arte, entonces era una obra de arte, según pensaba.
Para Duchamp, el medio era secundario: lo principal y más importante era la idea. Solo después de que un artista hubiera desarrollado un concepto podía estar en posición de elegir un medio. En consecuencia, el arte podía ser cualquier cosa que determinara el artista.
Cuando la obra Fuente fue expuesta al comité de selección para la Exposición de los Independientes de 1917, del que participaba Duchamp y Arensberg, generó una mezcla de consternación y rechazo, ya que sentían que el tal señor Mutt les estaba tomando el pelo, lo que, por supuesto, era cierto.
Duchamp estaba desafiando a sus compañeros a atreverse a ser fieles a los ideales que los había llevado a asociarse: oponerse al establishment artístico y a la Academia Nacional de Diseño. Sin embargo, los conservadores ganaron la batalla, pero perdieron la guerra. La obra de Mutt fue considerada ofensiva y vulgar, no entraba dentro de los parámetros puritanos de la clase media estadounidense. Duchamp abandonó la sociedad y la obra desapareció.
Una foto sacada a Fuente por Stieglitz resultó determinante. El registro de un respetado fotógrafo y director de una influyente galería de arte moderno significaba un respaldo por parte de la vanguardia artística, una legitimación de la obra como arte, que justificaba que fuera documentada como tal por parte de una prestigiosa galería. Esta prueba de su existencia permitía realizar copias de la obra, lo cual ocurrió. Hay quince copias dispersas por las colecciones de arte mundiales: el arte está en la idea, no en el objeto.
Lo que hoy ocurre con Fuente haría reír a Duchamp, quien la escogió por su ausencia total de atractivo estético y que pretendía ser nada más que una provocación y una broma se ha convertido en la obra más influyente de todo el siglo XX.
Duchamp redefinió qué era arte y qué podía llegar a serlo. Es responsable de todo el debate acerca de si algo es o no arte y eso es lo que pretendía. Para él, el papel del artista es semejante al del filósofo: apartarse del mundo e intentar generar sentido u observaciones mediante la presentación de ideas que no tenían otra función más allá de su propia existencia.
2
PREIMPRESIONISMO
El despertar, 1820-1870
Los impresionistas fueron el grupo de artistas más radical, rebelde, combativo y rompedor de toda la historia del arte. Sufrieron penurias, humillaciones y fueron perseguidos a causa de su modo de entender el arte. Rompieron las reglas del establishment de la época y generaron lo que ahora llamamos el arte moderno. Realmente fueron subversivos y anárquicos.
En aquella época, la academia de bellas artes de París solo quería artistas que tomaran sus temas de la mitología, la iconografía religiosa, la historia o la Antigüedad clásica y los representara en un estilo que los idealizara. Para los impresionistas, aquel grupo de jóvenes y ambiciosos artistas, eso no tenía interés: querían documentar el mundo moderno que los rodeaba. El modo de pintar aceptado era el renacentista, donde el dibujo lo era todo y se realizaba en el estudio. El trabajo era lento y preciso, se enfatizaba en la gradación de la luz a la sombra para dar sensación de solidez y tridimensionalidad. Los impresionistas, en cambio, estaban pintando en plein air, bajo constantes cambios de luz, lejos de las condiciones controladas y artificiales del estudio. La velocidad era parte esencial del proceso que debía captar la sensación de un instante fugaz. La técnica ya no se basaba en el refinamiento estudiado y templado de la “gran manera” renacentista, sino todo lo contrario, acentuaban las pinceladas urgentes y toscas, revindicando las propiedades materiales antes que la representación pictórica fidedigna.
Se esforzaron por reproducir fielmente los efectos de luz que se sucedían ante sus ojos. Esto conllevaba que el artista tuviera que desterrar de su mente cualquier noción preconcebida sobre la luz y el color para pintar con los colores y tonos que aparecían en un momento concreto bajo la luz natural.
En París se daban todas las condiciones necesarias para romper la tradición: cambios políticos violentos, avances tecnológicos, el desarrollo de la fotografía e ideas filosóficas nuevas y fascinantes. También la innovación entró con fuerza en la técnica pictórica. En 1840, se introdujo la idea de meter la pintura en pequeños tubos con un código de color, los pintores más intrépidos se vieron ante la posibilidad de pintar directamente en el lienzo in situ. En gran medida la aparición de la fotografía también contribuyó, ya que alimentó el deseo del público de imágenes que reflejaran la vida cotidiana de París.
El predominio de la Academia iba más allá de lo estrictamente académico y tenía sus ramificaciones en el negocio del arte. La exposición anual de arte, conocida como el Salón de París, era la más prestigiosa muestra de arte nuevo en Francia y el comité de selección tenía la potestad de crear estrellas o de hundir carreras. Los coleccionistas y marchantes de arte acudían en masa al Salón cargados de dinero, prestos a no dejar escapar la obra de un nuevo artista aprobado por la Academia o a adquirir la última de uno que ya gozara de renombre.
Antes de los impresionistas, otros artistas recibieron el desprecio de la Academia, entre ellos Théodore Géricault (1791-1824), un brillante y joven artista que pintó uno de los cuadros más célebres del siglo: La balsa de la Medusa (1818-1819) que presenta la sombría catástrofe humana del naufragio y lo hace con inquebrantable minuciosidad.

La balsa de la Medusa (1818-1819) de Théodore Géricault (1791-1824)
Eugène Delacroix (1798-1863) influyó mucho en los impresionistas con sus innovaciones. Se había dado cuenta de que mediante pinceladas rápidas y enérgicas, podía recrear en el lienzo la intensa energía de la vida de la Francia revolucionaria: lo importante era captar el momento o, como él mismo señaló: «Si no tienes la suficiente técnica como para dibujar a un hombre saltando por una ventana en el tiempo que le lleva precipitarse desde un cuarto piso hasta que choca con el suelo, nunca serás capaz de generar obras importantes».
Delacroix comenzó a usar colores sin mezclar, pigmentos puros que dotaban a sus cuadros de energía y vitalidad, concentrándose en el efecto visual del brillo que se produce cuando se ponen juntos dos colores muy contrastados.
La Libertad guiando al pueblo (1830) es una de las obras maestras del Romanticismo y se exhibe en el Louvre de París. En 1830, sin embargo, contenía un mensaje prorrepublicano tan claro que la monarquía francesa la consideró una provocación. El personaje principal del cuadro es una mujer enérgica que personifica a la Libertad conduciendo a un grupo de rebeldes en medio de una batalla y guiándolos sobre los cadáveres de los luchadores caídos. La escena alude a la expulsión, en julio de 1830, de Carlos X, el rey de la dinastía de los Borbones, que, por otra parte, había sido un entusiasta coleccionista de obras de Delacroix. Fue esta visión heroica de la Libertad la que sirvió de modelo para la Estatua de la Libertad.

La Libertad guiando al pueblo (1830) – Eugène Delacroix (1798-1863)
Gustave Courbet (1819-1877) fue el mejor exponente del realismo. Él deseaba ser realista y pintar temas ordinarios que la Academia y la sociedad refinada consideraban vulgares, como los pobres.
El origen del mundo (1866) es una de las obras más notables de la historia del arte, célebre por romper todo tipo de reglas con ese contundente torso de una mujer desnuda, que solo muestra desde los muslos hasta los pechos, con las piernas abiertas y recortado por Courbet para lograr el máximo efecto (pornográfico). Permaneció durante casi cien años en manos privadas, hasta que se expuso por vez primera al público en 1988.

El origen del mundo (1866) – Gustave Courbet (1819-1877)
El romanticismo de Delacroix había introducido colores vivos y un determinado estilo pictórico, mientras que el realismo de Courbet aportó una verdad liberada, sin idealización alguna, que se hacía cargo de la vida cotidiana. Ambos artistas rechazaron la rigidez de la Academia y el estilo renacentista de los neoclásicos, pero aún no se daban las condiciones necesarias para que surgiera el impresionismo.
Édouard Manet (1832-1883), el más reacio de los rebeldes. Fue capaz de combinar el virtuosismo plástico de Delacroix con el realismo de Courbet. Sus obras carecían de todos los requisitos que exigía la Academia al juzgar la calidad de las obras. Sin embargo, lucharía para ser aceptado en el Salón y obtener el reconocimiento de la Academia.
El Bebedor de absenta (1858-1859) es un retrato de la vida suburbial parisina: un borracho que vive en los márgenes de la sociedad, una víctima de la modernización en curso. Se trataba de un tema que la Academia no podía sino considerar indigno. Manet se aseguró de que así fuera y, para ello, eligió pintarlo de cuerpo entero, formato generalmente reservado para personajes importantes.

El Bebedor de absenta (1858-1859) – Édouard Manet (1832-1883)
Almuerzo en la hierba (1863) rebosaba de referencias a la historia del arte que la Academia aprobaría. El tema y la composición estaban llenos de referencias clásicas que remiten a historias de la Biblia y de la mitología y no tienen connotación sexual alguna. Su intención fue renovarlas con un toque contemporáneo de un picnic burgués en un parque. A la puritana Academia no le hizo ninguna gracia y la rechazaron.

Almuerzo en la hierba (1863) – Édouard Manet (1832-1883)
La tensión entre los renovadores y la Academia comenzó a crecer, las obras rechazadas sumaban más de tres mil, entre ellas las de futuras estrellas como Paul Cézanne, James McNeill Whistler y Camille Pissarro. Napoleón III, en un intento de sofocar una posible revuelta, insistió en la creación de una segunda exposición que complementara el Salón de la Academia, de modo que fuera el público el que eligiera cuál de las dos era mejor. La muestra de 1863 recibió el nombre de Salón de los Rechazados (Salon des Refusés).
Claude Monet, en busca de inspiración asistió entusiasmado a la exposición y vio en la pintura de Manet un nuevo modo de representación.
Olimpia (1863) fue aceptada en el Salón, pero enseguida suscitó controversia. La mayoría de los que contemplaron el cuadro quedaron espantados: lo que estaba pintado no era otra cosa que una prostituta moderna presentada con el descarado realismo courbetiano. El cuadro estaba lleno de referencias sexuales, más allá de la mirada seductora de Olimpia: el gato negro, la zapatilla que falta —signo de la inocencia perdida—, el ramo de flores y la orquídea prendida con garbo en el pelo eran alusiones al acto sexual. El problema era que Manet no lograba idealizar su desnudo; es más, había tomado la belleza mítica de la Venus de Urbino de Tiziano (1538) y la había convertido en una prostituta.

Olimpia (1863) – Claude Monet (1840-1926)
El año 1886 supone un punto de inflexión: El salón de los rechazados, la Olimpia de Manet y el ensayo “El pintor de la vida moderna” de Charles Baudelaire. Las ideas expuestas en el libro encarnaban los principios fundamentales del impresionismo. Afirmaba allí que «el esbozo de las costumbres, la representación de la vida en las ciudades […] hay una rapidez en el movimiento que exige una rapidez igual en la técnica artística». Fue Baudelaire quien animó a los artistas a que buscaran en la vida moderna «lo eterno en la fugacidad del instante». Ese, afirmaba, era el cometido esencial del arte: captar lo universal en lo cotidiano, lo que era propio del aquí y el ahora, el presente. Acuñó el término de flaneur para referirse al hombre urbano inmerso en la multitud con la capacidad de observar y dejar constancia de ello, del que hizo gala Manet como primero de muchos, siendo el artista rebelde y líder de un círculo de artistas disidentes que incluía a Claude Monet, Camille Pissarro, Pierre-Auguste Renoir, Alfred Sisley y Edgar Degas, el grupo que formó el núcleo de lo que suele considerarse como el primer movimiento del arte moderno: el impresionismo.
PREGUNTA # 1.
En la historia del arte, la Academia y sus miembros han resguardado los estándares de las obras de arte, de ellos dependía tanto la aceptación como la valoración de los artistas. Lo mismo sucede en la filosofía, ciencia y literatura entre otros. Estos entes de poder regulador han ido evolucionando durante el tiempo, marcando las pautas de lo que debemos consumir, observar, leer, etc. ¿En manos de quienes está esto hoy en día y cómo marcan nuestras tendencias?
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