Descripción
EL ENEMIGO CONOCE EL SISTEMA
Manipulación de ideas, ideas e influencias después de la economía de la atención
Marta Peirano
Ed. Debate (Penguin Random House Grupo Editorial), 2019
Debate Club de lecturas 1/2: Sábado 4 Julio 2020 – 19hrs España
Capítulos 1 a 4
Link conexión: https://us02web.zoom.us/j/8850041052
Debate Club de lecturas 2/2: Sábado 18 Julio 2020 – 19hrs España
Capítulos 5 a 7
Link conexión: https://us02web.zoom.us/j/8850041052
Guía de Lectura preparada por: Jorge Ponce Dawson, conectado desde Galapagar, Madrid, España
Marta Peirano (Madrid, 7 de noviembre de 1975) es una escritora y periodista española, que vive entre Madrid y Berlín. De septiembre de 2013 a septiembre de 2016 fue jefa de la sección cultural del periódico digital eldiario.es. Fundó CryptoParty Berlín, una iniciativa alrededor de cuestiones sobre privacidad y seguridad en internet. Fue fundadora de Elástico, un colectivo multidisciplinar con el que co-dirigió el proyecto COPYFIGHT en 2005 sobre cultura libre.
Colabora con distintos medios en los que escribe sobre cultura libre, autómatas, seguridad y privacidad, derechos en Internet y criptografía para periodistas.
Participó en el ya desaparecido periódico ADN. También colaboró con JotDown, Muy Interesante, Consumer y eldiario.es.
Ha publicado varios libros y ha participado como colaboradora en otros. Su libro más conocido, titulado Pequeño libro rojo del activista en la red de Roca Editorial es una introducción a la criptografía para periodistas, fuentes y medios de comunicación, se editó en 2015 y fue el primer libro prologado por Edward Snowden, a quien Peirano conoció a raíz de entrevistarlo para eldiario.es.
En 2019 ha publicado El enemigo conoce el sistema, un ensayo crítico con la manera opaca y no democrática en que los servidores de internet gestionan la información que obtienen de sus usuarios, en la editorial Debate.
EL ENEMIGO CONOCE EL SISTEMA
1.- ADICCIÓN
MP comienza el libro con una referencia a las 4 multinacionales que controlan el mercado de los saborizantes y aromatizantes, que se reparten 25.000 Millones USD al año: Givaudan, Firmenich, International Flavours & Fragances (IFF) y Symrise. El objetivo de estas empresas no es el estómago, sino el cerebro, trabajando con nuestro recuerdo olfativo y las asociaciones a las que cada olor nos lleva: nuestra infancia, las comidas que más nos gustan, etc. MP da el ejemplo de las capsulas de Nesspreso, que incorporan aditivos para hacernos creer por el aroma que estamos haciendo verdadero café. “Cada año, la Unión Europea prohíbe el uso de ciertas moléculas olfativas basándose en su potencial alergénico, pero no hay leyes que prohíban a una empresa lanzar al mercado un producto que recree imágenes de cosas que no tiene. Como la autenticidad”, nos dice MP, dejando clara la manipulación de nuestras emociones que esta práctica implica. Sentimos que comemos algo que no es y que nos incita a seguir comiendo. Sentimos que estamos en un sitio que tampoco es, y atribuimos cualidades al lugar que tampoco tiene, lo que se logra hackeando nuestro cerebro mediante asociaciones olfativas y gustativas.
Uno de los gustos asociados a la felicidad y a la liberación de dopamina es el azúcar. A los alimentos más insospechados se les añade azúcar para lograr dicho efecto: sopas, salsas, patés, hamburguesas, patatas fritas, vinagretas o pan, por ejemplo. Los gigantes de la alimentación industrial, Procter & Gamble, Unilever, Nestlé, Danone, Coca-Cola y Mars, hacen uso sistemático de estas estrategias.
Cuando haces pop, ya no hay stop
MP explica que el sabor dulce se potencia mediante la mezcla de azúcar y grasa, lo que lleva a la alimentación industrial a recurrir a la mezcla de azúcar, sal y grasa en sus productos para encontrar el punto de “bliss point” o cumbre de felicidad, “el punto G de la industria alimentaria”, ese que nos hace comenzar a comer y no poder parar de hacerlo. “Es el círculo vicioso de la comida basura: no podemos dejar de comerla porque está diseñada para que nos pase exactamente eso.”, concluye MP, explicando así la epidemia de obesidad que afecta fundamentalmente a la población más pobre, obligada al consumo de comida basura por una cuestión de precio.
Las mismas empresas que nos alimentan con ese tipo de comidas insanas son las que luego nos ofrecen una retahíla de productos “light” y bajos en grasa, azúcares, gluten o colesterol. Productos que normalmente son “optimizados” con los aditivos gustativos y olfativos necesarios para que sean apetecibles a pesar de haber sido vaciados de todo nutriente y sabor natural.
“Estamos todos entregados a la noria del consumo irresponsable de productos inadecuados que nos engordan y nos enferman sin alimentarnos, sintiendo culpa por no ser disciplinados, cuando es la propia gran industria de la alimentación la que nos induce los hábitos adictivos”. Concluye MP diciendo que este mecanismo es el mismo que usan las redes sociales, formando parte de la “gigantesca y destructiva economía de la atención”.
PREGUNTA #1: ¿Para qué comemos? ¿Lo sabemos o no nos lo han enseñado?
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