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Resumen de «Ciudades hambrientas – Cómo el alimento moldea nuestras vidas» de Carolyn Steel

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Jorge Ponce Dawson
Director de Club de Lecturas
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Ciudades hambrientas

Cómo el alimento moldea nuestras vidas

Carolyn Steel

 

Capitán Swing Libros, 2014

 

Título original: Hungry City: How food shapes our lives – 2011

 

Debate Club de lecturas 1/3: Sábado 9 Abril 2022 – 19hrs España

Capítulos 1 y 2

 

Debate Club de lecturas 2/3: Sábado 23 Abril 2022 – 19hrs España

Capítulos 3 y 4

 

Debate Club de lecturas 1/3: Sábado 7 Mayo 2022 – 19hrs España

Capítulos 5, 6 y 7

 

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Guía de Lectura preparada por: Jorge Ponce Dawson  

 

Ubicación de esta guía en la web de Club de Lecturas:

https://www.clubdelecturas.com/producto/ciudades-hambrientas-carolyn-steel/

 

 

 

 

 

Carolyn Steel

 

Nacida en Londres, Carolyn Steel es arquitecta, escritora y docente británica. Su área de especialidad es la relación entre alimentación y ciudades, y el desarrollo de estas últimas. En 2011 publicó su bestseller “Ciudades hambrientas”.

 

Se graduó como arquitecta en la Universidad de Cambridge en 1984. De 1995 a 1996 fue alumna del British School de Roma donde estudió la historia de la ciudad. Después de sus estudios comenzó a trabajar como arquitecta y combinó esto con la docencia y la escritura. Enseñó en la London School of Economics, la Universidad de Cambridge y la London Metropolitan University. En 1989, se unió a Kilburn Nightingale Architects, una oficina de arquitectura de la que finalmente se convirtió en directora.

 

En 2008 publicó “Ciudades hambrientas – Cómo el alimento moldea nuestras vidas”. Con él ganó el Premio Jerwood de la Royal Society of Literature en la categoría no-ficción. El libro describe, entre otras cosas, cómo los flujos de alimentos entraron en Londres y cómo se desarrollaron con el tiempo. Critica la forma actual en que se manipulan los alimentos e hace un llamado a hacer las cosas de otra manera. Denuncia que la comida barata no existe. En el último capítulo habla de la ciudad ecológica china Dongtan, introduciendo el concepto de sitopía (del griego sitos, comida, y topos, lugar) tratando de establecer que todo lo que nos rodea, como nuestros cuerpos, hábitos, casas, espacio o clima, está definido por lo que comemos. Su libro describe la industria alimentaria como la campeona del mercado globalizado.

 

Fue presentadora del programa de televisión One Foot in the Past. Tambíen fue editora de la revista Building Design. Participó en las reuniones de la «Carta de Santiago» en Santiago de Compostela en 2021. Durante los últimos años ha trabajado sobre el concepto de sitopía, publicando en 2020 su último libro, “Sitopía – Cómo la comida puede salvar el mundo”. 

 

 

 

CIUDADES HAMBRIENTAS – CÓMO EL ALIMENTO MOLDEA NUESTRAS VIDAS

 

INTRODUCCIÓN: Una brújula para orientarnos en las geografías alimentarias – José Luis Fernández Casadevante (Kois) y Nerea Morán

 

Los autores de la introducción, sociólogo y arquitecta vinculados al movimiento cooperativo y de urbanismo participativo de Madrid, sintetizan la tesis de Carolyn Steel (“la manera en que nos alimentamos ha condicionado la tipología de viviendas, la morfología de las ciudades y hasta nuestra forma de habitarlas”) y la extrapolan al contexto español y la dieta mediterránea. El reconocimiento cómo patrimonio de la humanidad de esta última, subraya aspectos vinculados a la producción, elaboración y recetas de temporada, pero también, y de modo destacado, la vinculación entre el consumo y los momentos de encuentro (“comensalidad”), un aspecto claramente diferenciador con la cultura gastronómica británica signada por una combinación notable de utilitarismo e individualismo. A pesar de las diferencias, los autores denuncian dinámicas de individualización también en España, que se parecen más y más al retrato que hace Carolyn Steel en su libro y que corren paralelas con la concentración de una megaindustria global de los alimentos que ha divorciado por completo las ciudades de su territorio rural circundante. Abogan por una recuperación de dicha comensalidad, por el impulso a los movimientos “slow food” y por la reterritorialización de la producción alimenticia (una suerte de “desglobalización” y “desconcentración”), tanto en el plano económico cómo metabólico, cultural y político. No se trata de reconstruir las ciudades, es imposible, pero sí reorientarlas a partir de la transformación del sistema alimentario, protegiendo los espacios agrarios periurbanos, promoviendo la agricultura urbana, impulsando las cooperativas de consumo agroecológico, aumentando los mercados de productores locales en el espacio públicos, revalorizando los mercados de abasto, en síntesis, siguiendo las enseñanzas que Carolyn Steel nos hace en su libro.  

 

Prólogo a la edición española

 

Carolyn Steel escribe este prólogo una década después de la edición original en Reino Unido de 2008, tiempo suficiente, nos dice, tras la crisis del 2008 y los replanteamientos que supuso, para que la humanidad comenzase a tomar consciencia del problema global de la alimentación y sus vinculaciones con nuestra propia salud y la salud del planeta. El cuestionamiento de la ganadería industrial o el auge de las opciones veganas responden a un malestar creciente hacia el modelo de prosperidad que hemos montado, basado en la explotación despiadada de la naturaleza, el incremento de la desigualdad y la dependencia de un consumismo incesante, todo ello en un planeta superpoblado y sobrecalentado.  

 

“El alimento moldea nuestras vidas”, por lo que la revisión del modo en el que nos procuramos la comida es la clave del libro. CS nos recuerda cuales son las claves para ser felices: se trata de “tener comida y agua suficientes, buena salud, seguridad, amigos y familia, un lugar donde vivir y un trabajo decente”. Hoy día, la humanidad ha generado riqueza suficiente para disponer de los medios materiales que podrían asegurar estos objetivos, “pero seguimos encerrados en un sistema que nos dice que no es así”.  El sistema de producción alimentaria industrializada y globalizada que nos permite disponer de alimentos baratos en los supermercados desvinculados de la temporalidad y la proximidad geográfica, ha generado un resultado tan paradójico como insostenible e insalubre. CS nos da un mensaje claro: “Todo mejoraría si volviéramos a valorar adecuadamente el alimento”.

 

INTRODUCCIÓN

 

“Al igual que las personas, las ciudades son lo que comen”. Ciudades hambrientas es un libro acerca de cómo se alimentan las ciudades. Una cuestión que a pesar de su enorme trascendencia es desdeñada por los habitantes de las ciudades, que no tenemos ni idea de cómo llega la comida a nuestras mesas.

 

CS se propone comenzar a corregir esta carencia con su libro, al que le dedicó 7 años de investigación sobre la conexión entre comida y ciudad. Una cuestión crucial teniendo en cuenta que las ciudades engullen el 75% de los recursos de la tierra y que para 2050 la población urbana se habrá duplicado.

 

CS nos dice que decidió ser arquitecta a los 10 años y se pasó el resto de la vida intentado explicar por qué. Explica como los días que pasaba en el hotel de sus abuelos en Bournemouth influyeron en su vocación y en su interés por las relaciones entre el espacio construido y la alimentación. Graduada en Cambridge, fue a su paso por la London School of Economics cuando perfiló su tema de interés, comida y ciudades, y comenzó, sin saberlo, la gestación del presente libro.

 

Culmina la introducción explicando la estructura del libro y sus capítulos (el cultivo, el transporte, la compra, la cocina, las comidas y los desperdicios). El último, Sitopía, es una exploración de cómo podríamos utilizar la comida para repensar las ciudades del futuro y vivir mejor en ellas.  

 

Pregunta #1

¿Sabes de dónde viene lo que comes? ¿Te importa?

 

  1. LA TIERRA

 

 

La comida de Navidad

 

CS comienza su libro con una comparativa entre dos programas de la TV británica transmitidos simultáneamente en vísperas de las navidades de 2006, uno de ellos enseñando como conseguir los mejores ingredientes naturales de agricultura ecológica inglesa para la cena (BBC2), y el otro mostrando el maltrato de los pavos de crecimiento acelerado de la ganadería industrial (Channel 4). Por un lado, la alternativa “gourmet” con precio de 60 Euros, y por otro la variante industrial, a un cuarto del coste. Es evidente, nos dice CS, cuál es la opción escogida por las mayorías británicas, denunciando que nunca habíamos sido capaces de conseguir comida tan barata. Una opción que se manifiesta con la proporción de un 17% de “fuellies” en el Reino Unido (primeros en el ranking europeo), aquellos que simplemente consideran la comida como un trámite para cargar combustible y que se guían, por tanto, por el máximo ahorro de coste.

 

La sobreabundancia de comida barata ha cambiado los hábitos alimenticios ingleses, llevando el consumo de carne de 25kg/persona.año hace 100 años a los 80Kg/persona.año actuales. La carne es hoy una mercancía cotidiana, “algo que comemos sin pensar” nos dice CS.

 

En el mundo preindustrial los ciudadanos eran muy conscientes del abastecimiento de los alimentos. Hoy día vivimos de espaldas a un tema que a nuestros ojos se resuelve de modo invisible. Todas las ciudades actuales han sobrepasado sus cinturones agrícolas locales, estableciendo condiciones de dependencia de suministros y tierras de cultivo globales. A pesar de la aparente desconexión, las ciudades siguen dependiendo completamente, como en toda su historia, de los agricultores y de la agricultura, con la diferencia de que hoy el campo que las alimenta es el campo global. Londres es un ejemplo extremo, ya que lleva importando la mayoría de sus alimentos desde hace siglos, requiriendo para ello disponer de la producción de un territorio agrícola 100 veces la superficie de la ciudad, superficie equivalente al de todas las tierras agrícolas productivas de Reino Unido.

 

Las ciudades siempre moldearon la naturaleza a su imagen y semejanza, pero antes concentraban mucho menos población por lo que sus efectos eran limitados. Mientras a comienzos del S.XIX sólo un 3% de la población mundial vivía en ciudades, hoy la población urbana ya es mayor que la rural y se anticipa que para 2050 un 80% de la población mundial vivirá en ciudades. Considerando que hoy día las ciudades consumen un 75% de los recursos alimentarios y energéticos mundiales, “no hace falta ser un genio de las matemáticas para ver que muy pronto no saldrán las cuentas”.

 

En cuanto a qué comen las ciudades, su “prosperidad” está elevando a pasos agigantados el consumo de carne, dando lugar a una “revolución del ganado”. El ascenso social se expresa en un mayor consumo de carne, como demuestran los chinos, que en 1962 consumían 4Kg/año.persona y en 2006 ya iban por 60Kg/año.persona. La mayoría de los animales que comemos se alimentan de cereales, lo que ha llevado a que un tercio de los cultivos del mundo se destinan a alimentar animales, no personas. “Se tenemos en cuenta que para alimentar a un ser humano hace falta una cantidad estimada de cereales once veces superior en el caso de que tengamos que hacerlos pasar antes por una vaca, entonces difícilmente se puede decir que se trata de un uso muy eficiente de los recursos”, nos dice CS. “Para producir un kilo de ternera también hace falta un volumen mil veces superior de agua que para producir un kilo de trigo”. La quinta parte de las emisiones de CO2 actuales los genera la cría de animales, según datos de la ONU.

 

Pregunta #2

¿Cómo es tu relación con el consumo de carne? ¿Cómo ha evolucionado a lo largo de tu vida?

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