En la sociedad hay una proporción muy pequeña de gente radicalmente deshonesta, pero hay una enorme mayoría de gente «honrada» que comete pequeñas deshonestidades de modo cotidiano. La suma del perjuicio económico de las pequeñas deshonestidades de los «honestos» supera con creces la del producido por los radicalmente deshonestos.
Esta es una de las muchas e interesantes ideas que Dan Ariely desarrolla en nuestra lectura actual, «Las trampas del deseo». Lo explica muy bien en la charla ilustrada que adjunto aquí.
Fuerte abrazo!
Jorge