En nuestro primer debate, hubo multitud de opiniones críticas sobre Fouché, al que se aplicaron los calificativos más duros, entre otros que era un «chaquetero», esta expresión tan española que describe a aquel que cambia de camisa y de posición política según sople el viento, y que podría equipararse a un traidor sin escrúpulos. Yo personalmente defendí que, siendo un personaje ladino y oscuro, demuestra por su accionar una habilidad especial para reconducir situaciones complejas, lo que me hace pensar que tendría una mente superior y una capacidad inusitada de argumentar y convencer. Ante este comentario, se me contestó que lo hacía en base a la extorsión, ya que su pasión policíaca le permitía poseer datos privados con los cuales poder condicionar a sus interlocutores de turno. Un argumento que no me termina de convencer, para una biografía tan diversa y con tantas etapas, en la que el paso por la jefatura del ministerio de interior y de la policía fue tan sólo una de ellas.
Fouché me retrotrae a mi fugaz etapa de estudiante de filosofía, cuando quedé prendado de los sofistas y en especial de Protágoras. El filósofo griego que inauguró el relativismo racionalista, poniendo al hombre como medida de todas las cosas y superando toda idea de divinidad. Protágoras enseñaba retórica, haciendo especíal hincapié en aprender a defender un argumento y su contrario con el mismo poder de convicción. Era un formador de políticos, del que sin duda Fouché habria sido un alumno aventajado. Protágoras y Fouché llegaron ya en su tiempo a la misma conclusión que ha llegado Harari con su libro Sapiens: la principal habilidad humana, y que le ha servido a nuestra especie para imponerse a todas las demás, es su capacidad de construir relatos, creérselos y, por sobre todo, hacerlos creer a los demás. Mediante la adopción de estos relatos compartidos, es posible articular las acciones colectivas de una comunidad. Y esa articulación, esa construcción de relatos para la acción colectiva, es el objeto central de la política y fue la vida misma de Fouché, un paradigma del ser político a mi entender.
Jorge Ponce Dawson – Comentario sobre «Fouché – Retrato de un hombre político» de Stefan Zweig – Lectura de Abril 2020
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